Buenos y malos: se marchó Delibes
En Bachiller, tuve como lectura obligatoria la novela de Miguel Delibes: Cinco horas con Mario. Posteriormente pude ver la obra teatral excelentemente representada por Lola Herrera. He visto un par de veces la adaptación al cine de Los santos inocentes. Con todo ello y lo que me contaba mi madre de la posguerra pucelana, fui haciéndome una composición de una época no tan reciente del pasado y la memoria de muchas personas.
La Guerra Civil española fue un conflicto sumamente complejo, una guerra con guerras internas que, en mi opinion, no admite explicaciones monocausales ni se presta, aunque así lo hicieran los dos bandos y siga ocurriendo todavía, a análisis simplistas o maniqueos. Buenas lecturas y mejores conversaciones con quienes la vivieron y sufrieron es la mejor vacuna contra estas simplezas y sin caer en peligrosos relativismos.
Me sigue pareciendo pertinente para esta época de cambios que estamos viviendo tener en consideración el mensaje de Delibes. Su propuesta es la del compromiso (sin estridencias), trabajar desde el aquí y el ahora (sin excusas), mientras abrimos las ventanas hacia el futuro y sigamos por el auténtico camino abandonando nuestro simplismo y maniqueísmo habitual (blanco o negro; malos y buenos; patronal-sindicatos; directivos-resto del colectivo; instituciones-ciudadanía; izquierda-derecha; etc) y reconciliándonos.
Aunque la novela empieza con una esquela (la de la imagen), rescato el último versículo, esperanzador y protagonista, de la misma es Efesios 4: 22-24 que dice:
«Dejando, pues, vuestra antigua conducta, despojaos del hombre viejo, viciado por la corrupción del error, renovaos en vuestro espíritu y vestíos del hombre nuevo».
Un saludo.
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