Aproximación histórica al liderazgo

Como hemos comentado en post anteriores son múltiples las maneras de acercarse a la conceptualización del liderazgo y estas maneras, además, han ido evolucionando a lo largo de la historia, desde un enfoque centrado en la persona líder, como tal, hacia las capacidades que ésta puede desplegar en la acción.

En el siguiente listado, a modo de resumen, recogemos algunos de estos enfoques y en próximas entradas concretaremos algunos de ellos:

  • Enfoque centrado en rasgos: Los/las líderes poseen ciertos rasgos y características de personalidad innatos que los/las hacen ser diferentes a los/las demás. Entre estos planteamientos, encontramos “La teoría del gran hombre”, que entienden que el/la líder nace como tal. Estos acercamientos surgen como consecuencia del amplio desarrollo de teorías de la personalidad y apuntan a la identificación de determinados rasgos innatos característicos que diferencian a la persona líder de las demás.
  • Enfoque centrado en el comportamiento del/la líder: El/la líder posee unos comportamientos decisivos específicos y, en este sentido, se pretende detectar dichas conductas para poder, posteriormente, entrenar a las personas en el desarrollo de estos comportamientos con el objetivo de lograr que se conviertan en líderes. Desde este enfoque, cualquier persona que adopta los comportamientos adecuados puede ser un/a líder efectivo/a. Estos comportamientos no son flexibles o variables, son los que son independientemente de la persona o el contexto.
  • El enfoque cognoscitivo: El/la líder es designado por sus cualidades de experto, es decir, por sus conocimientos y experiencias en un dominio que interesa al equipo.
  • El enfoque institucional: Se basa en el status que tiene el/la líder en relación con las demás personas: tiene la posibilidad de que una orden suya sea ejecutada por un grupo de personas. Puesto que se les da la autoridad, estos/as líderes pasan inmediatamente a ser otra clase de personas: los nombramientos suelen cambiar a las personas, las cuales empiezan a sonreír y a saludar de otra manera; y esto sucede porque cumplen un rol, y repiten lo aprendido de modelos que han tenido, sea por sus anteriores jefes/as u otras personas a las que han visto cómo representaban el papel de líder.
  • Enfoque situacional: El liderazgo no responde únicamente a unos rasgos concretos o a unos comportamientos específicos, sino que es un fenómeno complejo que depende del comportamiento, la influencia ejercida en los/las colaboradores/as y la situación determinada. Es decir, se basa en la idea de que diferentes comportamientos pueden ser efectivos en diferentes situaciones, pero que una misma conducta no es óptima para todas ellas. Desde este enfoque, el/la líder debe ajustar su comportamiento a las necesidades específicas de sus colaboradores/as en un contexto determinado.
  • Enfoque transaccional: Los/las colaboradores/as son motivados por intereses personales y, por ello, los/las líderes premian o sancionan en virtud de la adecuación entre el comportamiento del/la colaborador/a y lo que se espera de ellos/as. En este sentido, el/la líder puede recompensar o sancionar en función del nivel de cumplimiento del objetivo o intervenir únicamente cuando hay que realizar alguna corrección o promover un cambio de conducta,
  • Enfoque transformacional: El/la líder busca que sus colaboradores/as vayan más allá de sus propios intereses, y se comprometan con el logro del objetivo grupal. En este sentido, se entiende que el liderazgo es un proceso de influencia en el cual los/las líderes influyen sobre sus colaboradores/as logrando que trasciendan sus intereses personales en virtud de los objetivos del equipo o de la organización.

Actualmente, lo esencial es comprender que el liderazgo debe ser estudiado en tanto que es conducta, y definido como un acto realizado por una persona y en una situación concreta; comportamiento que tendrá como consecuencia una influencia sobre el equipo y una ayuda para alcanzar sus objetivos, a la vez que permitirá una mayor satisfacción de las necesidades individuales de los/las miembros, así como de las personas (clientes) con los que ellos/ellas interactúan.

Este comportamiento se puede realizar de distinta forma, de hecho, se insiste en la necesidad de adecuar la misma. A estas maneras de ejercerla las denominamos estilos de liderazgo.

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