Víctima vs Protagonista
El desenlace de las situaciones que experimentamos en el día a día en general, y por ello también en nuestro desarrollo profesional, depende de nosotros/as. Si no somos responsables de las situaciones que se presentan en nuestro día a día, entonces ¿quién lo es?
Aunque son muchas las actitudes que podemos asumir frente a un reto, un cambio o las dificultades existe una en particular que resulta clave para asegurarnos el éxito en este camino: esta actitud tiene que ver con responsabilizarnos de los resultados de nuestras acciones, decisiones, palabras, etc. Podemos decir, que esta es una actitud protagonista ante lo que nos acontece.
Asumir la actitud de responsabilizarnos de lo que caracteriza nuestro desarrollo profesional nos coloca en una situación de “poder”, como creadores/as de la realidad que deseamos vivir y nos brinda la oportunidad de aprender de las experiencias que se nos presentan a diario.
Encontrar excusas o a quien culpar por los propios errores y por la supuesta imposibilidad de alcanzar los objetivos y metas es una característica del extremo opuesto al protagonismo: el victimismo.
Al evadir nuestra responsabilidad rechazamos el papel protagonista que podemos desempeñar en nuestro desarrollo profesional y, por consiguiente, estamos repartiendo nuestro “poder” entre las personas de nuestro entorno, las circunstancias, la organización, el cliente...
La consecuencia de asumir la actitud víctima es sentirse a merced de las circunstancias e imposibilitado/a para hacer algo orientado a resolverlas.
El lugar de control o locus de control (LC) es un término psicológico que hace referencia a la percepción que tiene una persona acerca de dónde se localiza el agente causal de los acontecimientos de su vida cotidiana. Es el grado en que un sujeto percibe que el origen de eventos, conductas y de su propio comportamiento es interno o externo a él.
Es una variable que representa la atribución que una persona lleva a cabo sobre si el esfuerzo que realiza es o no contingente a su conducta. No se refiere a la correlación real entre conducta y acontecimiento: la atribución puede o no corresponderse con la realidad, pero lo que cuenta de cara a las expectativas que hace que se despierte en la persona sobre sus posibilidades para influir en el curso de los acontecimientos, es precisamente esa percepción subjetiva.
El lugar de control o locus de control (LC) es un término psicológico que hace referencia a la percepción que tiene una persona acerca de dónde se localiza el agente causal de los acontecimientos de su vida cotidiana. Es el grado en que un sujeto percibe que el origen de eventos, conductas y de su propio comportamiento es interno o externo a él.
Es una variable que representa la atribución que una persona lleva a cabo sobre si el esfuerzo que realiza es o no contingente a su conducta. No se refiere a la correlación real entre conducta y acontecimiento: la atribución puede o no corresponderse con la realidad, pero lo que cuenta de cara a las expectativas que hace que se despierte en la persona sobre sus posibilidades para influir en el curso de los acontecimientos, es precisamente esa percepción subjetiva.
ACTITUD VÍCTIMA
- Desde esta actitud siento que no tengo ninguna influencia sobre las cosas que me suceden, que no tengo ningún control. Todo lo que me ocurre depende de las circunstancias externas. La responsabilidad, tanto de lo positivo como de lo negativo, está en el exterior.
- Lo habitual es vivir en el resentimiento (“no me dejaste hacer”) o en la resignación (“esto es así y no lo puedo cambiar”). Desde este enfoque, soy “víctima” de las circunstancias, dependo de las variables externas.
- Predomina el locus de control externo o la percepción de que los eventos ocurren como resultado del azar, el destino, la suerte o el poder y decisiones de otros. Es la percepción de que los eventos no tienen relación con el propio desempeño, es decir, que los eventos no pueden ser controlados por esfuerzo y dedicación propia. Tal persona se caracteriza por atribuir méritos y responsabilidades principalmente a otras personas.
- Desde la actitud protagonista, por el contrario, asumo la responsabilidad de lo que me sucede. Sé que he tomado parte en lo que me ha ocurrido. Siento que tengo control sobre aquello que acontece y puedo influir sobre ello.
- Vivo en la ambición (“voy a...”) y la aceptación (“lo que pasó pasó, ¿cómo procederé en el futuro?”). Soy consciente de que, tanto en lo positivo como en lo negativo, lo que he hecho o dejado de hacer ha tenido algún tipo de influencia, por tanto, asumo la responsabilidad de mis actuaciones y sé que tengo capacidad de respuesta.
- Construir conscientemente la realidad que deseamos vivir y cosechar el éxito en nuestro desempeño profesional, tiene que ver con aceptar que tenemos gran parte de la responsabilidad en aquello que logramos, o no alcanzamos.
- Predomina el locus de control interno. Es la percepción del sujeto de que los eventos ocurren principalmente como efecto de sus propias acciones, es decir, la percepción de que él mismo controla su vida. Tal persona valora positivamente el esfuerzo, la habilidad y responsabilidad personal.
Si desarrollamos la actitud de aceptar nuestra responsabilidad en cualquier situación, comenzamos a reconocernos como los/las portadores/as de las soluciones, y encontramos el camino hacia lo que queremos lograr, bajo cualquier circunstancia.
Una vez que asumimos la responsabilidad que tenemos en nuestro desarrollo profesional, sentamos unas bases lo suficientemente sólidas como para identificar lo que deseamos.
Fredy Koffman ha escrito muchos libros, dado conferencias por todo el mundo, ha sido profesor en las mejores universidades de Estados Unidos y en este vídeo nos viene a decir algo muy sencillo: somos responsables, somos capaces de cambiar nuestra vida, tenemos la habilidad de responder, respons(h)abilidad ante lo que nos sucede.
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