El cuerpo en las organizaciones

Las organizaciones, y las personas en ellas, tienen emoción, lenguaje y cuerpo. Sin embargo, opino que estas tres dimensiones, no se atienden con la misma dedicación. Ya somos más conscientes de cómo las emociones no las dejamos en el perchero como cuando nos deshacemos del abrigo al llegar al trabajo. Goleman y los protagonistas de desarrollos posteriores pueden estar más que satisfechos. Incluso hemos vivenciado que el lenguaje puede permitirnos algo más que describir y comunicar. Que con el lenguaje (i) entablo conversaciones conmigo mismo/a y con los demás, expreso opinión sobre los acontecimientos y cosas, valoro o enjuicio a clientes internos y externos; (ii) declaro "si", "no", "gracias", etc. (iii) prometo y me comprometo, me prometen, solicito, pido y ofrezco colaboración, me piden u ofrecen ayuda... En definitiva que con el lenguaje creo nuevas realidades y posibilidades. Ahi está el modelo promocionado desde la Ontología del lenguaje, incidiendo en lo intrínsecamente lingüístico que es el ser humano. Veamos que ocurre con el cuerpo, al menos el biológico. Con el objeto de promover la salud de los trabajadores y trabajadoras se han de cumplir normativas en materia de prevención de riesgos. En los convenios laborales se recogen las obligaciones del empresario y los derechos de los trabajadores en materia de vigilancia de la salud y periódicamente asistimos a las revisiones médicas correspondientes. Sin embargo, más allá de las organizaciones que se atreven a proponer alguna sesión de biodanza, respiración o relajación, no encuentro evidencias para afirmar que se preste una atención potente al cuerpo no biológico y su impacto en los resultados, la producción, la eficacia y la excelencia en la empresa. Me refiero al cuerpo que se muestra, que se ve, se siente, que expira e inspira, que delata los pensamientos y conversación privada de su propietario o propietaria, un cuerpo que se revela con posturas características, que puede mostrar cerrazón o apertura, que se duele o hace daño. Un cuerpo que cambia, del que muestro orgullo o vergüenza. Unas miradas en esos cuerpos que imponen o que se retiran ante el poder. Unas manos que expresan y se mueven. Es como si se diera por supuesto, como el valor en la mili. También creo a este respecto, que los consultores y las consultoras no estamos lo suficientemente preparados para acompañar a los clientes en el abordaje serio y con compromiso de implantación, de actuaciones en esta dimensión. Sobre este tema conversaba con parte del equipo de manahmana este martes (Begomaite, David os deseo muchos éxitos y espero poder acompañaros en alguno de ellos).
Parafraseando al poeta, "al andar se hace camino". Y algunos estamos dando unos primeros pasos titubeantes, quizá podamos contribuir a otro futuro a este respecto. Saludos corpóreos. Creative Commons License

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola.

Me ha gustado la entrada y por eso me animo a comentar. Deberíamos para para alcanzar un estado de bienestar y mantenernos sanos escuchar a nuestro cuerpo. Tendríamos que aprender a comprender la intima relación entre nuestro cuerpo y nuestra emocionalidad. Dos dimensiones altamente coherentes entre sí. Gestionar nuestro cuerpo es gestionar sabiamente nuestra corporalidad

Un cordial saludo.
Visi Serrano ha dicho que…
Gracias Anónimo por dejar tu comentario. Al hilo de tus palabras os dejo un artículo sobre un estudio que relaciona la tristeza y la percepción de soledad con la expresión de los genes en la cantidad de leucocitos y en la respuesta inmune.